Un día lo decidí, decidí probarme cuando tiempo sería capaz de estas sin él, cuánto tiempo duraría antes de que fuera corriendo a hablarle. El primer día fue horrible, verlo allí y no poder decirle nada, estar invisible para él, muchas fueron las veces que casi caigo, pero todas conseguí reprimir esas ganas, el segundo día se podría decir que fue algo mejor, pero por muy entretenida que estuviera en mi cabeza solo estaba él, el pensamiento de que llevaba un día sin saber de mi, preguntándome si me echaría de menos tanto como yo lo estaba echando a él. Llego el tercer día, y fue peor que el primero, todo me recordaba a él, cada palabra que escuchaba, cada imagen, grite contrala la almohada que saliera de mi mente, pedí chillando al mundo que parara, el cuarto día lo pase en la cama, sin ganas de nada, susurrando su nombre a ratos, durmiendo a veces. Y el quinto día decidí que no, que me importaba demasiado para echarlo de mi vida, que por mi propia voluntad no podía estar sin él, así que fui decidida a hablar con él, pero justo en ese momento sentí un miedo horrible, ¿y si el ya se había olvidado de mi?
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