Cae al suelo, abatido, ya nada le importa, ya nada le queda, ya las promesas no sirven, todo a muerto, todo lo que él quería ya no existe, llorar es su único consuelo, se levanta, con ansias de golpear a algo, con ansias de morir el también, dirige una patada a un árbol que se derrumba con el golpe, luego golpea con el puño y luego una y otra vez hasta que vuelve a caer al suelo con los nudillos ensangrentado y lleno de astillas, mientras, las lagrimas emborronan el mundo a su alrededor, pero le da igual, el dolor del corazón es peor, el dolor del vacío que queda en él es insoportable. No lo cree, aun no cree que todo haya acabado, que no le quede nada…
Pero entonces suena un latido, un leve y sutil latido. Y es entonces cuando de verdad no puede creer que no todo haya acabado aun.
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