24 de febrero de 2014

Nada que hacer




No tengo nada que hacer. Es más, no tengo la más mínima idea de qué puedo hacer hoy, mañana, dentro de un mes, un año o un siglo. Tal vez es lo mejor para no angustiarme ni creerme perdido. No sabes qué vas a hacer para sobrevivir, pero no importa. Vives como un cometa, arrastrado por el viento, y te sientes bien. Sólo que muchas veces ni siquiera sopla el viento.

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